Se necesita una tabla de surf de corcho comprada en un todo a cien, un rio (como el Segura) con aguas frescas, espectaculares paisajes, que discurra por una zona de mucho calor y tener ganas de pasarlo bien.
Practicarlo sigue siendo un asunto de elite, ya que un Portazgosurfista dedicado puede llegar a gastar hasta diez euros anuales en tablas,
asi como cinco o seis euros en la cerveza que el Portazgosurfista toma al terminar en un bar de prestigio.
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