Tras haber pernoctado la noche del viernes a 2.500 m. de altura en el Albergue Universitario de la Hoya de la Mora, en la parte mas alta de la estación de Pradollano, amaneció un radiante día, que perfilando la silueta todavía repleta de nieve del Veleta sobre un fondo azul celeste, no presagiaba la multitud de fenómenos meteorológicos, a los que íbamos a tener la oportunidad de asistir en primera fila.
Al pasar junto a la Virgen de las Nieves, tuvimos la oportunidad de encontrar nuestro primer “Geocaché”, término que significa “escondite” enmarcado dentro de la actividad de esconder y encontrar "tesoros" en cualquier lugar, con la ayuda de un GPS, conocida como “Geocaching”, del que recuperamos un objeto, que mas tarde colocaríamos en otro geocaché ubicado junto a la cumbre del Veleta.
Según ascendíamos, íbamos tomando contacto con los primeros neveros, y disfrutando de la visión que el entorno, realmente fantástico, nos ofrecía hasta que alcanzábamos la estación superior del telesilla “Stadium” a 3.000 m. donde casi todo el terreno estaba cubierto por nieve, comenzando a envolvernos la niebla de forma que no nos permitió divisar del paisaje que desde las “Posiciones del Veleta”, se puede tener de la cara norte del Veleta, del “Corral del Veleta” y del barranco de San Juan.
Poco después nos encontrábamos, en la fuerte pendiente totalmente cubierta de nieve primavera (cada paso arriba , suponía medio hacia abajo, incluso con crampones) por donde asciende el telesquí “Zayas”, junta a la pista “Panorámica”, que durante estos días está siendo utilizada, merced a la gran cantidad de nieve que acumula, para los entrenamientos del Equipo Nacional de Esquí, concentrado en el CAR de Sierra Nevada.
Fué en ese punto donde a media mañana, tuvimos oportunidad de oir, que no de ver, la “ratrac” (máquina de acondicionamiento de pistas) que pasaba junto a nosotros, conduciendo a un grupo de rescate de la Guardia Civil, hacia la zona de los “Machos”, donde acababa de ocurrir un accidente, en el que un componente de un grupo de 17 senderistas del club “Sendeman” de Ciudad Real, que se dirigían hacia el refugio de “Poqueira” a través de la Carigüela del Veleta , con los que coincidimos en nuestra salida desde la Hoya de la Mora, tuvo un tropiezo, deslizándose por una pendiente nevada de 20 m. con sospecha de fracturas en ambas extremidades inferiores.
Después de atacar las últimas rampas, alcanzamos la cumbre del Veleta, a primera hora de la tarde, sin apenas visibilidad del entorno, tras un fortuito encuentro con unas cabras hispánicas, que se acercaron a saludarnos; Por lo que tras las fotos de rigor junto al geodésico, y haber ingerido algún alimento, nos dispusimos a descender habida cuenta, que empezaban a caernos unos delicados copos de nieve, y que el viento arreció haciendo descender súbitamente la sensación térmica.
La bajada con todas las lógicas precauciones, se vio adornada con unas “bolitas” de granizo del tamaño de perdigones, que nos asaetearon las partes expuestas de la piel, fundamentalmente la cara, como si de una lluvia de alfileres se tratase.
A la altura de Borreguiles, se cerró aun más la niebla, y al granizo se le añadió la lluvia, lo que supuso que tuviésemos que recurrir a la navegación con la ayuda del GPS, ante la casi absoluta invisibilidad.
Fue en ese momento cuando, como saliendo de la nada, se nos unieron 4 componentes del club Sendeman que habían decidido regresar a la Hoya de la Mora tras el accidente de su compañero, evacuado a Granada por Pradollano, junto a otros 2 (los 10 restantes habían continuado al albergue de Poqueira). Los condujimos hasta nuestro albergue, donde llegamos calados como sopas, pero con la satisfacción del objetivo cumplido: 35 componentes de nuestra expedición habían alcanzado la cima del Veleta (3.394 m.) y habían regresado a nuestra base, sin percance alguno, maravillados con la demostración de fenómenos meteorológicos que la Alta Montaña nos ofreció.
Tras una ducha reparadora, brindamos con cerveza (un barril obsequio del albergue) por el magnífico fín de temporada, y tras un breve pase de fotos, nos fuimos a cenar una sopita caliente, con la buena noticia de que el accidentado solo tenia un esguince de tobillo, y con la obtención de una preciosa camiseta acreditativa de haber alcanzado la cumbre del Veleta.
Sierra Nevada nos despedía el domingo con una ligera nevada matutina, y hasta el propio autobús aparentaba querer boicotearnos en sendas ocasiones, nuestro jovial regreso a casa.
Afortunadamente en esta ocasión, la Alta Montaña no se nos resistió, y coronamos, felízmente, el Veleta.
¡Enhorabuena a todos!
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