Diez lugares de naturaleza para darse un respiro sin salir del término municipal de Cieza
                                                        
Algunos se encuentran enclavados en entornos naturales intactos.  Otros representan oasis a cinco minutos de la  Esquina del Convento.  Cercanos o alejados del casco urbano, renombrados y  a veces  desconocidos, e incluso algunos no figuran en las guías pero  están ahí.  Diez rincones que el presidente del Grupo de Senderismo y  Montaña El  Portazgo, Genaro Rubio, ha propuesto a los oyentes de  'Las mañanas de  la radio' en Radio Cieza Emisora Municipal.
 Genaro Rubio
Genaro Rubio
Cieza es más que esparto, olivas y melocotones. Quien piense que  en sus 365 kilómetros cuadrados de extensión sólo hay frutales no tiene  más que acercarse a algunos de los espacios naturales que ha  seleccionado Rubio. Y es que hace tiempo que esta tierra de contrastes  fue descubierta por los amantes de la naturaleza. Además de ser una  tierra cargada de historia y patrimonio monumental y artístico, Cieza  ofrece buenas dosis de tradición y cultura, arraigadas en todos sus  rincones. Riquezas que aumentan su valor por el mismo entorno que las  envuelve, un escenario natural de una diversidad abrumadora.
La  Atalaya. Todos los ciezanos sienten una pulsión irrefrenable de escapar a  la Atalaya. Un serpenteante sendero conduce a través de sus laderas  repletas de pinos hasta el collado, con vistas vertiginosas. Lo que se  observa a sus pies es espectacular: la huerta tradicional, el río Segura  y la ciudad. Por su proximidad, la zona permite excursiones a pie o en  bicicleta. Y nadie se marcha de este promontorio sin capturar con su  cámara las impresionantes panorámicas. 
La Fuente del Rey. A este  lugar hay que llegar con la predisposición de dejarse seducir por sus  umbrías. Tras cruzar pinares se puede llegar también a la Loma del Moro.  La carretera de acceso, conocida como Cuesta de la Herrada, asciende  suavemente hasta las proximidades de la Fuente del Rey. Es difícil  resistir el impulso de detenerse en este tramo de carretera pintoresca  para disfrutar de las espléndidas vistas. 
El Almorchón.  Constituye un paraíso para los amantes de la escalada. Aquí se alza un  imponente cerro dolomítico enclavado en una zona catalogada como Zona  Especial de protección de Aves. Visto a lo lejos se diría que es una  mole rocosa de 764 metros, pero a medida que se avanza por el camino,  aquel cerro es en realidad un conjunto de paredes verticales. Hasta allí  sólo llegan los escaladores, pero aquellos excursionistas que tengan la  fortaleza y perseverancia suficientes alcanzarán las dos cimas  secundarias.
Llanos de Cagitán. Simboliza el paisaje puro, el  aislamiento. Durante kilómetros y kilómetros el territorio permanece  inalterado por la mano del hombre. En palabras de Rubio, ¿el tiempo  parece haberse detenido¿ en este último refugio de la tranquilidad. Su  geografía llana lo hace único, con grandes espacios abiertos a caballo  entre Mula, Bullas, Calasparra y Cieza. 
La Cueva de los  Encantados. Hay lugares que por mucho que la naturaleza se empeñe en  ponerles obstáculos brillan de manera especial. Es el caso de esta  oquedad de difícil acceso a través de un agujero por donde sale la copa  de una higuera silvestre. Es una pequeña sima situada en una ladera de  la Sierra del Picarcho y sobre ella gravita una popular leyenda.
El  Río Muerto. El paraje reúne todos los elementos para ser considerado  uno de los tramos de bosque de ribera mejor conservados. Una naturaleza  siempre desbordada sorprende al visitante. También la avifauna es  importante. Pero ahí no terminan los atractivos de este paraje. 
El  Portazgo. Toda ella, la cumbre de la Sierra del Oro con 952 metros de  altitud, se percibe como un premio de soledad y belleza. Y no basta con  disfrutarla desde su privilegiada atalaya sino que también puede  visitarse la Peña de Pérez. La pista forestal permite asomarse a la  multiplicidad de paisajes y a la vastedad de los espacios.